Tiempo de cambiar
20 de marzo, 2011
Luis Rubio
芦Ustedes han estado sentados demasiado tiempo ah铆 como para que algo distinto pudiera resultar禄 les dijo a los nobles Oliver Cromwell, el republicano ingl茅s que derrot贸 a la corona. Lo mismo se podr铆a decir de muchos de los empresarios y sus c谩maras que no pueden ver m谩s que a su inter茅s particular e inmediato, aunque eso sea l贸gico. La racionalidad de nuestros funcionarios y legisladores tiene que ser la contraria: abrirle espacios a la ciudadan铆a y a los consumidores.
El pa铆s se encuentra ante una tesitura compleja en materia econ贸mica. Si queremos ver el vaso medio vac铆o, se pueden encontrar toda clase de problemas, dificultades y entuertos que impiden que funcionen las cosas de manera 贸ptima. Sin embargo, tambi茅n existe la visi贸n alternativa: si estamos dispuestos a ver las oportunidades, todo lo que tenemos que hacer es comenzar a hacerlas posibles.
Una parte del sector industrial se ha especializado en obstaculizar el camino con la excusa de que mientras no todo est茅 perfecto es imposible liberalizar. Pero esa es una forma en la no se puede avanzar. Si queremos la predictibilidad de un reloj suizo tenemos que aceptar las reglas del juego y las disciplinas de Suiza. Mientras no seamos Suiza, debemos ir mejorando las cosas poco a poco, pagando el costo necesario.
El tema del d铆a son las negociaciones comerciales con otros pa铆ses. Hay negociaciones de profundizaci贸n comercial con Colombia, de libre comercio con Per煤 y, en ciernes, ambiciosos tratados con Brasil y Corea. Muchos se preguntan, algunos con insistencia, cu谩l es la raz贸n de negociar m谩s tratados si no se resuelven los problemas internos primero. Quienes as铆 piensan tienen un punto por dem谩s v谩lido, pero no justificable. Si vamos a esperar a que todo se resuelva, pasar铆a el sue帽o de los justos y nunca llegar铆amos al desarrollo. La liberalizaci贸n comercial es un medio necesario.
Lamentablemente, la discusi贸n sobre la negociaci贸n de tratados de libre comercio ha estado muy mal enfocada. Desde que se inici贸 la liberalizaci贸n a mediados de los ochenta, ha habido una permanente confusi贸n sobre los objetivos que se persiguen y el papel y funci贸n que le corresponde a los agentes econ贸micos y al gobierno, respectivamente. Es absolutamente l贸gico y leg铆timo que los empresarios defiendan su inter茅s y presionen a las autoridades y legisladores para que sus posturas sean escuchadas. Pero la funci贸n del gobierno no es velar por esos intereses sino por los de la colectividad, es decir, por los de los consumidores y ciudadanos en general. A煤n as铆, en la negociaci贸n con Colombia 鈥搎ue aguarda la ratificaci贸n del Senado- es evidente que los intereses de los productores fueron atendidos.
La liberalizaci贸n comercial que inici贸 en 1985 con la eliminaci贸n de permisos de importaci贸n y su substituci贸n por aranceles y que prosigui贸 con los tratados de libre comercio, represent贸 un viraje fundamental en la l贸gica del desarrollo econ贸mico. Hasta los ochenta, todo el 茅nfasis se hab铆a centrado en la protecci贸n, promoci贸n y subsidio de los productores. Ese esquema funcion贸 bien entre el final de los treinta y mediados de los sesenta pero acab贸 en el estancamiento. La apertura se dio por una raz贸n muy simple: porque la inversi贸n interna ya no era suficiente para generar tasas elevadas de crecimiento econ贸mico y los beneficios en t茅rminos de riqueza y empleo que de ah铆 se derivan.
La l贸gica de la apertura comercial gira en torno al consumidor, sea 茅ste persona o empresa. El objetivo es forzar a la planta productiva a volverse competitiva, elevar los niveles de productividad y ofrecerle al consumidor la mejor calidad y precio del mercado, todo ello por medio de la competencia que representan las importaciones. Desde luego, este viraje ha implicado la afectaci贸n de muchas empresas, pero, por ejemplo, el porcentaje de su ingreso que las familias mexicanas hoy dedican a vestido o calzado es una fracci贸n de lo que representaba hace treinta a帽os y la calidad es muy superior gracias a la apertura. 驴Qu茅 es mejor: millones de familias con un mejor nivel de vida o una empresa privilegiada que goza del monopolio de altos precios para esas mismas familias? La apertura ha transformado la vida de millones de mexicanos y ha permitido que crezca la clase media. Ese debe ser el objetivo por el que velen nuestros Senadores.
No se requiere ser genio para argumentar que la apertura ha sido desigual, que no ha incluido a todos los sectores, que los servicios siguen siendo caros e ineficientes y que, inevitablemente, algunos productores se ver谩n afectados por la competencia. La verdad, simple y llana, es que no nos hemos atrevido a llevar la l贸gica de la apertura a otros 谩mbitos indispensables, como son el burocr谩tico, el pol铆tico, los monopolios y los privilegios. Pero estos son argumentos para abrir m谩s, no para preservar los absurdos que nos caracterizan.
La alternativa para el futuro es muy simple: profundizamos y avanzamos para tener productores competitivos y consumidores satisfechos o nos enconchamos y pretendemos que las cosas se resuelven por s铆 mismas. Si entramos en la l贸gica de proteger un poquito aqu铆 y all谩, acabaremos con mil excepciones y una econom铆a colapsada. Tenemos que seguir adelante o nos iremos hacia atr谩s.
Si uno observa los patrones de importaciones y exportaciones, es evidente la concentraci贸n que tenemos con EUA, lo que lleva a muchos a concluir que no debemos proseguir con la liberalizaci贸n. Hay dos razones para pensar distinto: primero, cada tratado que se firma implica mayores beneficios para el consumidor, productores m谩s competitivos y m谩s de lo que los economistas llaman 芦disciplinas禄, es decir, reglas del juego predecibles y confiables para todos, que son clave para el desarrollo en el largo plazo.
La otra raz贸n para pensar distinto es que la concentraci贸n del comercio, aunque explicable en t茅rminos geogr谩ficos, no tiene nada de l贸gica. La concentraci贸n existe esencialmente porque tenemos reglas de origen en el TLC norteamericano que nos hacen sumamente competitivos en esa regi贸n pero nos restan competitividad fuera de ella. La soluci贸n a esto no reside en cerrar otras puertas sino en atraer la producci贸n de insumos para competir exitosamente con todos. Es decir, nos urge una industria de proveedores de clase mundial. M谩s tratados y mayor liberalizaci贸n son condiciones necesarias para que 茅sta se desarrolle.
Los problemas del pa铆s tienen soluci贸n, pero s贸lo si estamos dispuestos a dar los pasos necesarios. En materia de liberalizaci贸n comercial lo imperativo es privilegiar el inter茅s del consumidor porque la alternativa es seguir estancados. As铆 de simple.
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