Reformas e intereses
6 de enero, 2002
Luis Rubio
Dos ideas, en buena medida contradictorias, dominan el discurso pol铆tico en el pa铆s: la idea de cambiar y reformar y la del consenso. En un mundo ideal, todo cambio o reforma se llevar铆a a cabo por consenso, pero en el mundo de la pol铆tica esto es una quimera. La raz贸n de ello no es particularmente dif铆cil de dilucidar: toda reforma implica la afectaci贸n de un inter茅s. En este sentido, lo crucial para el pa铆s no reside en que se logre todo por consenso, algo imposible, sino que existan los mecanismos que garanticen la discusi贸n abierta de los temas y las reformas propuestas y su aprobaci贸n a trav茅s de procedimientos que, por su naturaleza, no sean disputables. La idea misma de la democracia es precisamente esa: el voto –de los ciudadanos en las urnas y de sus representantes en el Congreso– constituye un mecanismo de decisi贸n leg铆timo y no sujeto a discusi贸n.
La noci贸n de reformar, aunque frecuente en el discurso pol铆tico en los 煤ltimos a帽os, no es nueva. A diferencia de la idea de una revoluci贸n, la noci贸n de reformar implica un proceso gradual de cambio dentro del marco institucional. As铆 como hay enemigos para los cambios revolucionarios, tambi茅n los hay para las reformas, pero en cada caso se expresan de manera distinta. Las revoluciones se deciden, literalmente, en el campo de batalla. Las reformas se materializan en los procesos legislativos y administrativos de los gobiernos. Quienes se oponen a una determinada reforma expresan sus puntos de vista a trav茅s de los medios y directamente con los responsables de las decisiones en el Congreso y la administraci贸n p煤blica, seg煤n sea el caso. Lo que la incipiente democracia mexicana ofrece es la posibilidad de que las decisiones sean abiertas y transparentes. Pero eso nada tiene que ver con los ganadores y perdedores en cada uno de los casos.
La nueva realidad pol铆tica obliga a un replanteamiento tanto de las reformas que el pa铆s necesita como de la manera en que 茅stas deben ser promovidas por el ejecutivo o el legislativo. Hasta hace unos cuantos a帽os, todo lo que se requer铆a era la decisi贸n presidencial para que las reformas se instrumentaran. En algunos casos, las reformas se tradujeron en extraordinarios beneficios para la mayor铆a de los mexicanos, como lo ejemplifica TLC norteamericano. En otros, sin embargo, las reformas emprendidas resultaron erradas en su concepci贸n o en su instrumentaci贸n, como bien lo muestra un buen n煤mero de privatizaciones. No hay manera de garantizar que una reforma resulte exitosa, pero no cabe la menor duda que un procedimiento transparente de decisi贸n en el que las diversas partes e intereses puedan presentar sus preferencias y posturas ofrece la posibilidad de disminuir los riesgos.
Nuestro problema es que no contamos con un procedimiento de decisi贸n efectivo que permita procesar todas esas preferencias en las reformas que se pretende avanzar. El poder ejecutivo ya no puede decidir por todos e imponer sus preferencias sin discusi贸n alguna y el poder legislativo no le rinde cuentas a nadie. El resultado es que no tenemos procedimientos eficaces de decisi贸n, justo en el momento en que la agenda de reformas propuestas y pendientes crece como la espuma. El presidente se dirige a la poblaci贸n logrando, en muchos casos, el apoyo popular, mismo que no puede traducir en votos legislativos. El Congreso, por su parte, ha avanzado la agenda legislativa siguiendo su mejor juicio: en algunos casos atendiendo a quienes m谩s han presionado y en otros ignorando absolutamente las presiones. Su pretensi贸n de autonom铆a es loable, pero poco conducente a un mejor proceso de toma de decisiones que es, en esencia, el prop贸sito de la divisi贸n de poderes.
La agenda de reformas crece por dos razones fundamentales: por un lado, el mundo se transforma de manera vertiginosa y eso obliga a que nos adecuemos a una realidad din谩mica y cambiante. Un ejemplo dice m谩s que mil palabras: el C贸digo de Comercio, como muchos otros que norman la actividad econ贸mica, data de principios del siglo pasado, cuando no del anterior. Lo mismo se puede decir del sistema pol铆tico: las reglas e instituciones que resultaron efectivas en el pasado para procesar conflictos y tomar decisiones, han dejado de ser operativas en el presente. La actualizaci贸n de las normas se torna en algo necesario cada vez que la realidad deja de corresponder con los supuestos impl铆citos que les dieron vida o raz贸n de ser.
Pero la agenda de reformas –y su urgencia– tambi茅n crece porque la situaci贸n actual no es sostenible en diversos 谩mbitos (inversi贸n, infraestructura, relaciones entre el ejecutivo y el legislativo, etc茅tera), adem谩s de que entra帽a una fuerte propensi贸n a la par谩lisis en decisiones clave.
Las reformas que el pa铆s requiere se inscriben en diversos rubros, pero lo crucial es su componente sustantivo, m谩s que el t茅cnico. Lo central es que las reformas se aprueben con el apoyo legislativo m谩s amplio posible, sin que el consenso sea el objetivo. Adicionalmente, se requiere de una racionalidad distinta en la articulaci贸n y presentaci贸n de las reformas, toda vez que 茅stas requieren, no s贸lo la anuencia, sino la participaci贸n activa de la sociedad en el proceso pol铆tico de discusi贸n y aprobaci贸n.
La agenda pendiente de reformas abarca temas tanto pol铆ticos como econ贸micos. Por el lado pol铆tico, lo imperativo es consolidar los procesos de decisi贸n en la nueva etapa pol铆tica del pa铆s. Ello requiere acciones en temas tan diversos como los siguientes: a) la reelecci贸n de los miembros del poder legislativo a fin de que se haga efectiva la rendici贸n de cuentas. Este tema enfrentar谩聽serios problemas, toda vez que, para ser efectivo, implicar铆a la desaparici贸n de los diputados de representaci贸n proporcional. Su permanencia distorsionar铆a los mecanismos de rendici贸n de cuentas que se pretende fortalecer con esta reforma; b) la consolidaci贸n de las instituciones electorales, tanto el IFE como el Tribunal Electoral. Este tema es por dem谩s controvertido, pues cada partido quiere modificar el esquema prevaleciente seg煤n le ha ido en la feria; c) el poder judicial todav铆a padece de extraordinarias debilidades en su prop贸sito medular de brindar justicia expedita. Si bien la Suprema Corte de Justicia se ha transformado y adecuado a los m谩s altos est谩ndares internacionales, no ocurre lo mismo en los niveles que afectan al ciudadano com煤n y corriente; y d) el acceso a la informaci贸n, que es la mayor revoluci贸n potencial que el pa铆s tiene en puerta, toda vez que la apertura de la informaci贸n gubernamental implica un cambio brutal en la relaci贸n ciudadano-gobernante. La agenda pol铆tica de reforma no se acaba en estos temas, pero cada uno de ellos es explosivo en s铆 mismo.
La agenda de reformas en materia econ贸mica no es menos importante y significativa. Por una parte se encuentran todos los temas que tienen que ver con la posibilidad de generar tasas de crecimiento elevadas y, por la otra, con la capacidad de acceso del ciudadano a la vida econ贸mica. Entre las primeras se pueden enumerar las siguientes: a) la reforma fiscal, cuyo prop贸sito central tiene que ser el despetrolizar las finanzas p煤blicas y conferir estabilidad a la econom铆a. Por supuesto, cualquier reforma fiscal implica afectar la bolsa de mucha gente, pero tambi茅n implica disminuir la inflaci贸n de manera permanente, lo que m谩s que compensa las p茅rdidas en que el ciudadano promedio incurrir铆a con cambios en la estructura impositiva actual. Mucha de la oposici贸n a la reforma fiscal proviene de los grupos industriales que m谩s perder铆an (y que menos legitimidad tienen para oponerse), en tanto que otra fuente de oposici贸n proviene de los propios pri铆stas que asocian su descalabro electoral de 1997 con el incremento del IVA en 1995. Ignoran que, m谩s all谩聽del IVA, la crisis de 1994-1995 implic贸 la p茅rdida de la mitad del ingreso disponible de la mayor铆a de los mexicanos; b) la reforma el茅ctrica, que en su esencia no implica m谩s que la legitimaci贸n y legalizaci贸n de la inversi贸n extranjera en la generaci贸n de fluido el茅ctrico para asegurar su suministro en el futuro. La oposici贸n es, en la mayor铆a de los casos, estrictamente interesada: de quienes se benefician del聽statu quo , comenzando por el sindicato, y de los bur贸cratas que en la actualidad viven de la corrupci贸n imperante. Algo similar se puede decir de otros 谩mbitos como el de la petroqu铆mica y la infraestructura en general; c) el聽reconocimiento de los pasivos fiscales que son reales pero que no han sido formalizados como tales: desde las obligaciones financieras del gobierno federal y los gobiernos estatales por concepto de pensiones de bur贸cratas hasta las deudas del IPAB. La oposici贸n en estos casos es m谩s ideol贸gica y personal que pol铆tica o filos贸fica: nadie quiere verse asociado con los errores del pasado; y d) crear mecanismos de responsabilidad para asegurar la rendici贸n de cuentas sobre el uso de los recursos que, crecientemente, est谩n siendo transferidos hacia los estados y municipios.
Por lo que toca a la capacidad del ciudadano com煤n y corriente de desarrollarse en el 谩mbito econ贸mico, hay una serie de reformas que son indispensables: a) asegurar la competencia en todos los sectores de la econom铆a a fin de desaparecer las facultades monop贸licas de las que hoy gozan algunas empresas; b) proteger la propiedad intelectual y, en general, los derechos de propiedad; c) proteger el comercio electr贸nico; y d) desregular la actividad econ贸mica en general y, en particular, la que ata帽e a la industria de la construcci贸n (tema generalmente asociado al nivel municipal). Lo crucial no es eliminar regulaciones, sino simplificar los procedimientos de aprobaci贸n (como la alternativa ficta) y conferirle garant铆as a los interesados de que, una vez aprobada una determinada operaci贸n o actividad, no le puede ser denegada. En suma, simplificarle la vida al empresario peque帽o, facilitar el desarrollo de m谩s empresarios y crear una base de desarrollo de la que el pa铆s hoy adolece.