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Paralelos

Luis Rubio

M茅xico y China tienen muchas diferencias, pero bien podr铆an compartir una gran coincidencia: el crecimiento econ贸mico. Luego de la muerte de Mao, el r茅gimen encabezado por Teng Hsiao-ping lanz贸 al ruedo una contundente transformaci贸n econ贸mica. Algunos a帽os despu茅s, ese cambio se vio amenazado por la demanda de democratizaci贸n que el gobierno chino no supo procesar de manera pac铆fica. Pero lo impactante fue que en lugar de acobardarse y ceder ante la presi贸n de revertir las reformas causa del cimbramiento del statu quo ante, el gobierno chino hizo del crecimiento de la econom铆a el imperativo pol铆tico n煤mero uno. De hecho, mantener altas tasas de crecimiento se torn贸 en base para la estabilidad pol铆tica y todo lo dem谩s pas贸 a segundo plano. El resto es historia.

Tal vez sea tiempo de reconocer que M茅xico se encuentra en una tesitura similar a la de China cuando el desastre de Tiananmen, si bien no en naturaleza, s铆 en su enorme trascendencia. El pa铆s lleva a帽os a la deriva por falta de liderazgo, pero sobre todo por la ausencia de una estrategia de desarrollo que haga digeribles los cambios que requiere la construcci贸n de un pa铆s moderno. A diferencia de China, cada vez que M茅xico se ha encontrado con alg煤n contratiempo da lo mismo los zapatistas que una devaluaci贸n, una manifestaci贸n o un desencuentro pol铆tico, el gobierno perdi贸 el temple, cedi贸 ante las presiones y perdi贸 el camino.

Mientras que la econom铆a china ha crecido a tasas anuales superiores al 9% en promedio por casi tres d茅cadas, creando empleos y absorbiendo a m谩s de 400 millones de pobres en los procesos productivos, la econom铆a mexicana dif铆cilmente crece por arriba de la tasa de crecimiento demogr谩fico y pr谩cticamente no crea empleos nuevos, productivos y formales. Cuando mucho, la econom铆a mexicana ha logrado mejorar el potencial de desarrollo de quienes ya est谩n integrados en las estructuras productivas (incluyendo, por supuesto, a los informales), pero no ha sido capaz de avanzar hacia un desarrollo integral y exitoso que incorpore a toda la poblaci贸n en un proceso transformador de enriquecimiento y modernizaci贸n generalizado.

La transformaci贸n econ贸mica de China no fue producto de la casualidad. Los dos ingredientes centrales que la han caracterizado son, por un lado, una gran claridad de visi贸n y liderazgo y, por el otro, una determinaci贸n absoluta para lograr la transformaci贸n econ贸mica y social de su pa铆s. Al igual que M茅xico, la estrategia de transformaci贸n china se encontr贸 con diversos impedimentos y enfrent贸 avatares diversos. La diferencia fue que en China el gobierno reconoci贸 que el riesgo de ceder ante las presiones y demandas por abandonar los procesos de reforma ser铆a tan enorme y tan costoso, que decidi贸 acelerar el paso para no dejarse doblegar en ning煤n momento o ante circunstancia alguna.

El momento cr铆tico en China se present贸 con las manifestaciones estudiantiles en Tiananmen. La represi贸n con que el gobierno chino dio respuesta a las demandas de democratizaci贸n hace casi dos d茅cadas, marc贸 un punto de inflexi贸n en la estrategia de desarrollo de aquel gobierno. Hasta ese momento, un poco como en M茅xico hasta 1994, las reformas hab铆an avanzado de manera m谩s o menos fluida y sin grandes contratiempos. La suma de visi贸n y liderazgo marcaba el camino.

Cuando irrumpi贸 el movimiento estudiantil y las demandas de democratizaci贸n, pero sobre todo la crisis de legitimidad derivada de la represi贸n, el gobierno chino tuvo que optar entre abandonar el proyecto modernizador para satisfacer a sus cr铆ticos o convertirlo en un imperativo pol铆tico por encima de cualquier otro factor. A partir de ese momento, todo el actuar del gobierno chino se ha encaminado a allanar el camino para el crecimiento econ贸mico. De hecho, no ha habido obst谩culo suficientemente grande para impedir la consecuci贸n de su cometido central: el gobierno ha cambiado regulaciones y privatizado empresas, atacado intereses de todo tipo, construido infraestructura por todos lados y modificado su legislaci贸n. Para el gobierno chino, una elevada tasa de crecimiento econ贸mico explica el secreto de la estabilidad pol铆tica.

Ciertamente, el gobierno mexicano no se asemeja al chino en estructura o poder, ni estoy abogando de manera alguna por la represi贸n como m茅todo leg铆timo para impulsar un proceso de desarrollo. Pero es indudable que cuando el gobierno chino dio al crecimiento un estatuto de imperativo pol铆tico, sus prioridades se tornaron transparentes y su actuar adquiri贸 una determinaci贸n nunca antes vista.

Las circunstancias espec铆ficas de M茅xico nada tienen que ver con las de China en el momento de Tiananmen, pero no cabe duda que la capacidad y funcionalidad de nuestro gobierno (el conjunto del Estado) se han erosionado y su competencia para encabezar un proceso de desarrollo pr谩cticamente se ha extinguido. El presidente Calder贸n enfrenta retos directos no s贸lo a la legitimidad de su gobierno, sino tambi茅n a su actuar cotidiano. Una buena parte de la poblaci贸n ha quedado excluida del (enclenque) crecimiento que ha experimentado la econom铆a y otra ha optado por emigrar ante la falta de oportunidades. Todo porque los gobiernos recientes han sido incapaces de encabezar un proceso transformador a partir de una estrategia de desarrollo que haga posible el crecimiento.

Como presidente electo, Felipe Calder贸n ha tomado decisiones por dem谩s pragm谩ticas. Ha ido construyendo su gabinete con personas capaces de realizar el trabajo que se les encomiende en lugar de optar por gente cercana en t茅rminos pol铆ticos o ideol贸gicos. Su proceder muestra una clara determinaci贸n de remontar los obst谩culos que enfrent贸 pero tambi茅n cre贸- su predecesor, para intentar una transformaci贸n cabal del pa铆s. Ciertamente, no es el primer presidente en intentar una transformaci贸n de tal envergadura, pero tampoco hay muchos precedentes para el momento actual que vive la sociedad mexicana. A menos de que el presidente Calder贸n cambie radicalmente los t茅rminos de la discusi贸n p煤blica en el pa铆s, los retos que enfrentar谩 ser谩n inconmensurables.

Todo lo que queda de las grandes ambiciones transformadoras de los noventa son un conjunto de instrumentos que le han ido dando forma a la actividad econ贸mica, pero no hay una estrategia de desarrollo integral que plantee objetivos claros, establezca una direcci贸n para el futuro o sea capaz de convencer a la poblaci贸n, y al conjunto del aparato pol铆tico, de su imperativo pol铆tico y moral. Y con todo eso comenzar a romper los obst谩culos al crecimiento. Tal vez sea tiempo de aprender algo de los chinos.