Gobierno
13 de agosto, 2006
Luis Rubio
El pa铆s tiene que salir del s贸tano donde se encuentra metido. La semana pasada, la decisi贸n inicial del TRIFE estableci贸 los par谩metros de la siguiente etapa del conflicto postelectoral, pero no cambi贸 los factores de poder con los que tendr谩 que lidiar el pr贸ximo gobierno. Comenzamos la contienda electoral bajo el paradigma de una democracia que entra en un proceso sucesorio y descubrimos que el paradigma operativo es el de una disputa ciega por el poder, a cualquier precio. Resulta cada vez m谩s patente que el futuro del pa铆s y del pr贸ximo gobierno van de la mano de su habilidad pol铆tica para sobrellevar la actual crisis y construir una plataforma que rompa con la perversidad de la din谩mica pol铆tica actual. La democracia mexicana tiene problemas fundamentales que deber谩n ser enfrentados por la pr贸xima administraci贸n y m谩s vale que entienda el tama帽o del reto con el que inicia.
Para comenzar, el pr贸ximo gobierno no tendr谩 tregua alguna, ni cien d铆as para definir sus prioridades y programa de gobierno. El futuro presidente tendr谩 que definir su estrategia de gobierno, organizar su gabinete y articular alianzas mucho antes de recibir formalmente la estafeta. Pensar que el tiempo agotar谩 a quienes est谩n disputando la elecci贸n es absurdo, sobre todo a la luz del creciente radicalismo que caracteriza al candidato perdedor y a los grupos e intereses que se le est谩n sumando. Esta es una lucha por el poder al margen de las instituciones, que debe ser entendida en ese contexto y contrarrestada en esa cancha, pero tambi茅n en otras.
La lucha pol铆tica de las 煤ltimas semanas ha cobrado formas que amenazan la estabilidad del pa铆s, ponen en jaque la viabilidad del pr贸ximo gobierno y, en muchos casos, distan de ser democr谩ticas, pero claramente no hay unanimidad en las filas perredistas en torno a ellas. Al tiempo que evoluciona el movimiento detr谩s de la disputa, se definen sus prop贸sitos y disciernen las estrategias. Hoy resulta patente que esta lucha por el poder sigui贸 las formas democr谩ticas en un inicio, pero ahora ha adoptado la doble v铆a del reclamo institucional y la presi贸n no institucional por medio de bloqueos, marchas y movilizaciones.
Los m谩s radicales entre los contingentes perredistas abogan por una estrategia de movilizaci贸n permanente encaminada a la erosi贸n del poder presidencial y su posterior capitulaci贸n, como ocurri贸 en Ecuador y Bolivia. Pero no todo el PRD est谩 en esa ruta. Dentro del propio PRD existen numerosas perspectivas sobre c贸mo seguir adelante, lo que abre oportunidades para la convivencia social y pol铆tica en los pr贸ximos a帽os. El peor de todos los mundos consistir铆a en una cerraz贸n de ambos campos, cerraz贸n que no har铆a sino radicalizar a los radicales y destruir todo vestigio de convivencia democr谩tica y desarrollo pol铆tico.
El pr贸ximo gobierno tendr谩 que articular una estrategia que no s贸lo revierta el aguerrido clima de la contienda y del conflicto pol铆tico posterior a los comicios, sino que deber谩, adem谩s, ganarse la legitimidad con su actuar cotidiano. La candidatura de L贸pez Obrador atrajo a millones de mexicanos que se han rezagado y claman por respuestas concretas; el pr贸ximo gobierno tendr谩 que responder no s贸lo al reclamo de los pol铆ticos que disfrutan las marchas, los plantones y el conflicto, sino tambi茅n, y sobre todo, al de millones de mexicanos que no ven la suya por falta de oportunidades, capacidades e instrumentos para su desarrollo.
En otras palabras, el pr贸ximo gobierno tendr谩 que actuar en por lo menos dos pistas: la conciliaci贸n, el liderazgo y la articulaci贸n de una base de apoyo para la trasformaci贸n del pa铆s en un mundo global; y la reorganizaci贸n del gobierno y la econom铆a para hacer posible un r谩pido crecimiento del producto, el empleo y el ingreso. Fracasar谩 igual un gobierno dedicado a satisfacer sus peores instintos partidistas que aquel dedicado exclusivamente a la construcci贸n de acuerdos pol铆ticos sin sustancia en t茅rminos del desarrollo de la poblaci贸n.
No hay estrategia posible en la actualidad que no pase por el requisito doble (y complementario) de la concordia nacional y el crecimiento econ贸mico. Todo lo que proponga el pr贸ximo gobierno tendr谩 que estructurarse dentro de esta dualidad. El problema es c贸mo aterrizar estos conceptos. La concordia tiene que nacer del di谩logo, la negociaci贸n y el liderazgo. Una buena convocatoria a la reflexi贸n y el di谩logo entre intelectuales, permitir铆a abrir espacios que hoy no s贸lo est谩n cerrados, sino que experimentan una polarizaci贸n mayor a la que se presenta entre los propios pol铆ticos. Por lo que toca al gobierno, la concordia tiene que convertirse en estrategia de gobierno reflejada en programas, un discurso incluyente y el nombramiento de los futuros colaboradores. No tendr铆a sentido alguno proponer la concordia para luego acudir a los representantes de las alas duras del partido, en lugar de convocar a personajes con la capacidad de construir puentes, dialogar y desarticular conflictos, es decir, de gobernar.
Independientemente de la viabilidad del proyecto econ贸mico o pol铆tico de L贸pez Obrador, no hay la menor duda que su convocatoria toc贸 fibras sensibles y fue muy atractivo para una amplia porci贸n de la poblaci贸n, seguramente mucho mayor a la que de hecho vot贸 por 茅l. De particular importancia es la polarizaci贸n social que caracteriza al pa铆s (y, en realidad, al mundo), y para la cual no ha habido respuesta gubernamental alguna. Pensar que es posible abandonar el proceso de globalizaci贸n caracter铆stico del mundo actual, es claramente absurdo, pero eso no significa que la poblaci贸n deba seguir exponi茅ndose sin instrumentos a los avatares de la econom铆a o, como dice el dicho, marchar a la guerra sin fusil. La estrategia econ贸mica que propuso AMLO era errada, pero no as铆 el problema que diagnostic贸.
El pa铆s requiere de una transformaci贸n cabal. La econom铆a es endeble y no resuelve los problemas de pobreza, desempleo y desaz贸n que experimenta la poblaci贸n. Las estructuras institucionales no responden a las demandas pol铆ticas e ignoran los reclamos ciudadanos. Todo esto ha creado una catarsis que, bien conducida, puede crear las condiciones para la transformaci贸n que el pa铆s requiere y por la que sin duda vot贸 la abrumadora mayor铆a de la poblaci贸n, as铆 lo haya expresado a trav茅s de candidatos distintos. Como dice el proverbio chino, los tiempos de crisis tambi茅n son tiempos de oportunidades. La clave radica en la manera en que el pr贸ximo gobierno comprenda el reto y se organice para enfrentarlo.