El espejo
29 de enero, 2006
Luis Rubio
Muchos fueron los obst谩culos que enfrent贸 el actual gobierno. Pero en algunos 谩mbitos, los impedimentos fueron estrictamente propios. Si bien el presidente puede argumentar que sus reformas no prosperaron por la falta de cooperaci贸n del congreso o de un mejor entendimiento entre su gobierno y los legisladores, en el 谩mbito de la pol铆tica exterior la responsabilidad es solo suya. Ah铆, cuando el presidente se vea en un espejo s贸lo podr谩 ver una imagen reflejada: la del 煤nico responsable de nuestra lamentable posici贸n internacional.
Aunque planteada con bombos y platillos, la administraci贸n perdi贸 el sentido de direcci贸n en la pol铆tica exterior antes de comenzar. En su viaje a Estados Unidos y Canad谩, previo al comienzo de su administraci贸n, el presidente Fox present贸 dos iniciativas muy l贸gicas desde la perspectiva mexicana, pero imposibles desde el 谩ngulo de nuestros vecinos: la migraci贸n irrestricta y la aportaci贸n de fondos para el desarrollo de M茅xico. El planteamiento hubiera sido no s贸lo leg铆timo, sino encomiable, de haber sido formulado como un intento de replantear la naturaleza de la relaci贸n, ahora entre tres democracias igualmente leg铆timas. Pero el presidente no par贸 ah铆. Al prometer que har铆a posible no un aumento significativo de visas de trabajo, sino un acuerdo migratorio integral, el gobierno perdi贸 toda posibilidad de satisfacer a la poblaci贸n: prometiendo todo, lo m谩ximo posible en un mundo sin restricciones, acab贸 haciendo imposible al menos un logro parcial.
As铆 dio inici贸 una administraci贸n que nunca comprendi贸 el mundo en que viv铆a o los l铆mites de lo posible. Por lo que toca a la pol铆tica exterior, se dise帽贸 una estrategia que pretend铆a todo a una misma vez: gran cercan铆a con Washington y una activa presencia en todos los espacios multilaterales, un reencuentro con Am茅rica Latina y un protagonismo en todos los nuevos temas, como la Corte Internacional de Justicia y el Protocolo de Kyoto, todo ello sin reconocer las contradicciones inherentes a una propuesta tan ambiciosa, los riesgos que cada uno de los componentes entra帽aba o, mucho m谩s grave a煤n, los intereses que se afectar铆an con un despliegue tan amplio y que, tarde o temprano, se revertir铆a con toda su fuerza.
La apuesta por una cercan铆a con Washington era, con mucho, la m谩s l贸gica y sensata, no porque esa deba ser nuestra 煤nica relaci贸n, sino porque es la fundamental para nuestra vida econ贸mica y social: ah铆 se concentra la abrumadora mayor铆a de nuestro comercio, vive un porcentaje enorme de nuestra poblaci贸n, se origina gran parte de la inversi贸n for谩nea y es clave para nuestra tasa de crecimiento. Cuidar esa relaci贸n implica, literalmente, proteger el traspatio. Hay buenas razones para plantear una diversificaci贸n de relaciones pero, como con sensatez reconoci贸 el gobierno en su momento, as铆 fuera de manera impl铆cita, esa diversificaci贸n no puede ser a costa de la relaci贸n bilateral, sino en adici贸n a ella. El modelo canadiense era tan obvio que no requer铆a discusi贸n: Canad谩 es una naci贸n tan cercana e interdependiente respecto a Estados Unidos como la nuestra, pero tiene un despliegue diplom谩tico inteligente y agresivo en un sinn煤mero de frentes que le confieren un enorme prestigio en todo el mundo.
El despliegue hacia el resto del mundo comenz贸 mal y acab贸 peor. Nuestra presencia en el Consejo de Seguridad de la ONU, una iniciativa riesgosa en cualquier 茅poca, fue suicida por el momento en que se decidi贸 (despu茅s del fat铆dico 11 de septiembre) y provoc贸 que gan谩ramos la animadversi贸n de Rep煤blica Dominicana y los pa铆ses del hemisferio que secundaban su candidatura para ese esca帽o. La excesiva ambici贸n, hasta arrogancia, de colocarnos en el foco rojo del mundo nos orill贸 a una confrontaci贸n con EUA, la relaci贸n prioritaria de la administraci贸n y del pa铆s. La falta de entendimiento sobre el rol que pod铆amos jugar a partir de los ataques terroristas y de las ventajas que podr铆amos haber derivado para la vida interna del pa铆s llevaron a la situaci贸n actual que, calificada bajo el rasero de la propia administraci贸n, es pat茅tica: en lugar de estar caminando hacia una liberalizaci贸n, as铆 fuera gradual, de los flujos migratorios, enfrentamos la posibilidad de que se construya un muro que impida cualquier cruce ilegal.
Por su parte, la administraci贸n nunca entendi贸 a Brasil y su ambicioso proyecto, ni la incongruencia de nuestro acceso a MERCOSUR. Nuestro despliegue y activismo en otros frentes, incluyendo la incontenible verborrea del presidente y su administraci贸n, llevaron a una crisis torpe e innecesaria con Cuba, una guerra verbal con Venezuela y el desprecio de Argentina. Vaya, para ser la segunda potencia de la regi贸n, hasta Bolivia se pitorrea del presidente Fox. Hoy el presidente se ha convertido en un blanco f谩cil y gratuito para cualquier dictador tercermundista. A eso hemos llegado.
No cabe duda que la pol铆tica exterior del pa铆s necesitaba una revisi贸n integral. Si bien el pa铆s gozaba de prestigio en el 谩mbito mundial por su pol铆tica exterior, es imperativo reconocer que 茅sta respond铆a a condiciones que ya no existen: una econom铆a cerrada, la b煤squeda sistem谩tica por desviar la atenci贸n, sobre todo de la izquierda, respecto al autoritarismo pol铆tico a trav茅s de una cercan铆a con Cuba y el efectivo control que el ejecutivo ejerc铆a sobre el aparato pol铆tico. La vieja estrategia de pol铆tica exterior, con todo y su prestigio, comenz贸 a desmoronarse desde finales de los ochenta por una raz贸n muy l贸gica: si quer铆amos salir de la serie interminable de crisis, requer铆amos construir una nueva realidad interna y externa.
El pa铆s requer铆a una nueva visi贸n que permitiese conciliar dos circunstancias: la importancia de EUA y la necesidad de ampliar nuestro horizonte de desarrollo tanto pol铆tico como econ贸mico y comercial. Eso llamaba no a un activismo, sino a una estrategia de negociaci贸n e integraci贸n econ贸mica con Estados Unidos, paralela a un esfuerzo de diversificaci贸n que condujera al crecimiento de la inversi贸n y el comercio con Asia y Europa, as铆 como a un afianzamiento de las relaciones diplom谩ticas con el resto del mundo: relaciones, no conflictos.
En lugar de actuar como se requer铆a, se procedi贸 con miop铆a, torpeza e irresponsabilidad: se cre贸 un conflicto sumamente delicado con Estados Unidos, se provocaron disputas incre铆bles con nuestros vecinos en el sur y se desmantel贸 un equipo de diplom谩ticos que cost贸 d茅cadas construir. Lo m谩s escandaloso es que todo esto era innecesario. En este tema nadie le impidi贸 hacer y deshacer.